PROBLEMÁTICAS ACTUALES DE LA ENSEÑANZA
- S.R
- 19 nov 2019
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 25 nov 2019
Toda persona que quiere dedicarse al mundo de la enseñanza sabe que, como en cualquier trabajo, hay aspectos positivos y negativos. Pero como personas optimistas y que aspiran a ser felices debemos intentar ver el lado bueno de las cosas. Aun así, tenemos que ser conscientes de la realidad que nos rodea para poder enfrentarnos a los problemas y alcanzar el bienestar vital que tanto ansiamos. Por ello, en la entrada de hoy hablaremos de las problemáticas a las que se enfrentan los y las docentes actuales.
En primer lugar, la formación e inserción laboral. Es evidente que en la universidad recibimos una información que está destinada a la profesión que vamos a desempeñar en un futuro, pero no siempre es del todo útil y hay veces que puede resultar obsoleta. Como todos sabemos, la sociedad está en continua evolución y muchas veces la formación que reciben los maestros y las maestras queda desbancada por los avances sociales y tecnológicos, lo que provoca que los y las docentes deban buscar nuevas fuentes de información que les permitan estar formados y formadas. Del mismo modo, cuando los futuros maestros y futuras maestras salen de las universidades tienen miedo, en ocasiones puede ser el temor al enfrentarse al mundo real, ya que a partir de ese momento van a ser una pieza clave para la formación de futuros ciudadanos y futuras ciudadanas. Pero también encontramos a los y las docentes que tienen miedo a fracasar, estos y estas piensan que la formación que han recibido no les será del todo útil y se sienten desnudos ante la realidad del aula. Tienen miedo a no ser competentes en su profesión.
Relacionando esta primera problemática con mi experiencia personal, puedo decir que si que tengo miedo a enfrentarme a la realidad y no dar la talla. El año pasado, antes de comenzar las prácticas en un centro educativo tenía miedo, miedo a no ser una maestra competente. Desde mi punto de vista, creo que en la universidad se nos han impartido una serie de conocimientos que a lo mejor no eran tan importantes. Creo que desde asignaturas como las de didáctica se nos tendrían que haber presentado diferentes metodologías de una manera más práctica, en la que pudiéramos desarrollar nuestras competencias docentes dentro de dichas áreas y no tratar estas asignaturas desde un aspecto tan teórico. Asimismo, tengo miedo a enfrentarme a situaciones que no pueda controlar, pero a lo largo de mi estancia en la escuela me di cuenta de que estoy empezando y que todos cometemos errores que nos ayudan a desenvolvernos mejor en un futuro. Por eso, a lo largo de las prácticas pude disfrutar con los niños y las niñas del centro y observar su crecimiento, hecho que me resultó muy gratificante, además del vínculo que formamos que fue bastante especial.
En segundo lugar, el prestigio y la personalidad. Los y las docentes consideran que desde el punto de vista social están infravalorados y que no se respeta su profesión. Esta creencia asumida por todas aquellas personas dedicadas a la docencia es falsa, ya que hay estudios que revelan que la sociedad si valora a los y docentes, puesto que figuran en las posiciones más altas de las encuestas.
Tras esta afirmación me surge la siguiente pregunta: ¿por qué los y las docentes no se consideran a sí mismos tan importantes?
A lo largo de la vida me he encontrado con docentes que están motivados y motivadas y les encanta enseñar y ver cómo su alumnado va evolucionando, pero también me he encontrado con profesionales de la educación que están desmotivados y desmotivadas o detestan su trabajo y esto se puede ver en su práctica docente. Es evidente que como personas tenemos sentimientos y las opiniones que vuelca la sociedad contra nosotros y nosotras tienen repercusiones en nuestras acciones y pensamientos. Anteriormente, hemos mencionado que los y las docentes están equivocados en relación al papel que tienen en la sociedad, pero esta creencia se debe a que todo el mundo se cree que tiene el derecho para opinar sobre la educación y muchas veces estos juicios no tienen fundamentos teóricos que los validen. Pero, estas opiniones calan dentro de los profesionales de la educación quienes poco a poco van perdiendo la confianza en las acciones que realizan.
Es por ello, que como futura docente debo tener en cuenta que voy a ser evaluada por las familias y otros agentes externos a la educación, pero esto no debe cohibirme. Creo que es muy importante que trabajemos en nuestras emociones para poder tener una autoestima laboral y vital alta que nos permita desempeñar nuestra función de educadores y educadoras de la mejor manera posible, aceptando las críticas constructivas y haciendo caso omiso a los juicios de valor sin fundamento.
En tercer lugar, encontramos la flexibilidad, la planificación, los exámenes de rendimiento y los deberes. Todos y todas tenemos sabemos que existe una educación tradicional en la que el alumnado es evaluado por su capacidad de memorización y repetición. Es evidente que desde finales del siglo XX la educación está buscando un nuevo objetivo que es formar a personas para que desarrollen al máximos sus capacidades y que tengan un pensamiento crítico, es una educación que va más allá del conocimiento teórico. Pero con esta evolución conlleva cambios en el sistema educativo. Ahora el o la docente debe ser más flexible y adaptarse a las necesidades del alumnado, por lo que debe planificar su plan de acción dentro del aula para conseguir llevar a cabo un proceso de enseñanza aprendizaje en el alumnado sea el protagonista. Además, la evaluación que se realiza a los alumnos y las alumnas va más allá de un número, ahora se evalúa su desarrollo teniendo en cuenta sus capacidades y necesidades. Del mismo modo, los deberes son un tema de debate, ya que con la excesiva carga de trabajo fuera de la jornada escolar los niños y las niñas no pueden disfrutar de su infancia, puesto que se pasan las tardes realizando grandes cantidades de tareas que probablemente sean insustanciales.
Como futura docente, pienso que estamos en pleno cambio educativo, por lo que podemos encontrar aulas tradicionales y aulas innovadoras. Por ello, considero que desde las universidades deben motivarnos para llevar a cabo una práctica docente innovadora. Del mismo modo, tanto las consejerías autonómicas como el Ministerio de educación deberían ser más flexibles y dotar a los y las docentes de una libertad de cátedra, respetando las metodologías novedosas que se están llevando a cabo en las aulas.
En conclusión, no todo es negativo, siempre debemos ver el lado bueno de la moneda. Por ello, considero que el y la docente deben saber que no están solos y que trabajan en equipo con el centro educativo. Es necesario que los profesionales de la educación cooperen entre ellos, que haya empatía y puedan entender sus realidades. Además, los centros educativos no son islas, pueden establecer contacto con otras escuelas, ya sean las cercanas al colegio o bien estar conectadas a través de la red. También, es muy importante que los maestros y las maestras arriesguen y apuesten por nuevas metodologías, que no tengan miedo al fracaso, ya que la vida es un continuo proceso de aprendizaje. Finalmente, una de las soluciones más importantes ante estas problemáticas es la formación permanente, pero de esto ya hablaremos en las próximas entradas.
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